Hola America y Hola Iowa presentan la Serie Especial del Mes de la Herencia Hispana: Orgullo Hispano, pioneros latinos que nos inspiran en las comunidades de Iowa e Illinois.
Desde los primeros minutos de mi conversación con la señora Mary Campos, me di cuenta que ella no es una señora cualquiera. De hecho, nunca hubiera imaginado que esta mujer nació a principios del siglo pasado. Su vida es como una historia llena de experiencias que pueden llenar las páginas de un libro, pero más que nada sus experiencias son lecciones de lucha de toda una vida contra la injusticia y la discriminación.
Mary Campos nació en 1929 en McAlester, Oklahoma. Este mismo año hubo un gran desastre en McAlester, OK, cuando la mina de carbón explotó costando las vidas de muchos trabajadores. Después de la explosión de la mina mucha gente perdió sus trabajos y es por eso que la familia de Campos fue al norte a Mason City, Iowa. Con el tiempo la familia llegó a instalarse en Des Moines, Iowa.
“Tenía solo 5 años cuando llegamos a Des Moines,” Campos recuerda.
Al principio hubo muchas dificultades para la familia en la nueva ciudad. Mientras que su padre pasaba días buscando trabajos, su madre vendía tamales. Sí, los tiempos eran difíciles, pero los obstáculos existen para que la gente aprenda a enfrentarlos y Mary Campos siempre pudo encontrar soluciones a sus problemas.
Cuando era una niña ella decidió que ella quería asistir a la escuela católica. Ella le preguntó a su mamá, pero al ser la familia de pocos recursos, su madre le respondió que la familia no tenía dinero para pagar la colegiatura de la escuela católica.
“Ella me dijo que vaya a hablar con el Padre y las hermanas,” Campos nos compartió. Y así lo hizo. La escuela le dio una beca y ella a cambio le ayudaba en la escuela con quehaceres. Desde su niñez esta mujer era diferente a los demás porque su personalidad no entendía la palabra “no puedo”. Mary Campos aprendió desde pequeña que en la vida nada es imposible.
“Me gradué de la escuela preparatoria en el año 1947. Tenía 17 años de edad. Pero no hubo dinero para el colegio,” Campos nos dijo.
Puede ser que ella no tenga una experiencia de estudiante del colegio típica, pero sus experiencias son un poco diferentes y muchas de esas experiencias ella va a recordar a lo largo de toda su vida.
Uno de esos recuerdos que está grabado en su memoria fue el de un verano cuando Campos, junto con su madre, tomaron un autobús Greyhound hacia California. En aquel entonces los Estados Unidos estaba divido por discriminación y los estados del sur del país no eran muy amigables con la gente de color.
Mientras su viaje en autobús Campos notó algunas personas de color en la parte trasera del autobús. Eran dos militares en uniforme y una jovencita.
“Yo era una jovencita en aquel entonces y ellos llamaron mi atención,” Campos dijo. Ella siguió echando miradas hacia atrás y en algún momento ella simplemente se levantó de su asiento y fue hacia atrás del autobús para poder conversar con ellos.
De repente el autobús paró. Segundos después los pasajeros, sorprendidos por la parada, escucharon al conductor del autobús decir a Campos que ella no podía estar en la parte trasera del autobús y que ella tenía que regresar a su asiento cerca de su madre. Ella cumplió con el pedido del conductor, pero se quedó pensando y no importa cuanto tiempo ella pasó ella no podía entender porque algunas personas no podían sentarse donde ellos querían. De hecho, Campos compartió que el solo hecho de pensar que esos dos hombres africanos americanos eran militares y decidieron arriesgar su vida para proteger a su país y no solamente para ellos, sino para los demás y tener que ser tratados así, la impresionó. Su mente joven no entendía porque ella no podía conversar con ellos.
“Esta memoria es fuerte en mi mente,” Campos confirma.
Ella dijo que ese mismo día ella no podía ni comer porque ella se sintió paralizada por el racismo que ella miró.
Cuando Campos regresó a su casa en Iowa ella empezó a buscar un trabajo. Desafortunadamente, en aquel tiempo no era tan fácil encontrar un trabajo para una mujer hispana de carácter fuerte. Cuando ella solicitaba un trabajo, algunos empleadores le decían claramente que ellos no estaban confortables con el hecho de que ella era mexicana simplemente porque no sabían cómo iban a reaccionar sus clientes.
Con un poco de ayuda de Dios y un poco de suerte Campos encontró un trabajo. En los siguientes años ella se casó y tuvo sus hijas. Luego, una nueva oportunidad tocó su puerta. Un doctor le preguntó si ella quería trabajar con él. Después de hablar sobre el asunto con su esposo, ella empezó a trabajar con el doctor que era africano americano. Campos recuerda que mucha gente le comentaba preguntándole cómo es posible que ella pueda trabajar con un africano americano y el doctor escuchó a la gente preguntarle como pudo él contratar a una mexicana. Esos comentarios no afectaron la personalidad fuerte de Campos y ella trabajó con este doctor por muchos años.
Los años pasaban y Mary Campos se encontró divorciada y con tres hijas que mantener. Ella empezó a involucrarse más con la comunidad. Ella empezó a abogar por los derechos de las mujeres y niños. Rápidamente ella supo que le encantaba trabajar con la comunidad. Su trabajo en la comunidad le permitió formar muchas amistades con una diversidad de gente. Toda su vida Mary Campos creó y trabajó para la justicia y en contra de la discriminación, pero con el paso de los años ella también se apasionó con la política.
“Mi trabajo es en la justicia y discriminación, pero me enamoré de la política,” Campos dijo. “Y como no tenía un esposo que necesitaba que lo cuide entonces decidí dedicarme a esto.”
Por su dedicación de toda la vida a la comunidad, política y ayuda a los inmigrantes, Campos ha recibido muchos premios y reconocimientos, pero el premio más importante para ella es el que recibió de parte del gobierno mexicano. Le dieron el “Ohtli,” el premio prestigioso dado por el secretario del interior del gobierno mexicano. Ella lo recibió por su trabajo con inmigrantes. También ella fue presentada con el premio de “Lifetime Achievement” de parte del Instituto Hispano de Liderazgo.
Hasta el día de hoy Mary Campos no se queda sin nada que hacer. Ella ayuda a los inmigrantes residentes a prepararse para convertirse en ciudadanos. Pero su sueño es ver jóvenes minorías seguir estudiando para ser abogados, doctores y llenar las posiciones de influencia.
Su vida está llena de experiencias donde tal vez otra gente se rendiría al enfrentarlas. A lo mejor otra gente sí, pero Mary Campos no es así. Ella tiene un sentido de justicia fuerte. Sus experiencias y su vida son historia para compartir con los demás y son lecciones de la vida importantes.
Más recientemente, en 2017, la ACLU de Iowa honró a Mary Campos con el Premio Edward S. Allen 2017.
Fue incluida en la clase inaugural del Salón de la Fama Latina de Iowa en 2017.
Recibió un título honorario de Enfermería de DMACC del presidente de DMACC, Rob Denson, en 2019. Y estos son solo de los pocos elogios que ha recibido a lo largo de su vida de activismo.