El matrimonio es un baile delicado. Requiere que dos personas encuentren un mutuo acuerdo cuando el mutuo acuerdo parece ser imposible. El matrimonio enseña a la gente a amarse a pesar de las fallas que tengan. Al fin de cuentas el matrimonio es trabajo pesado que de verdad necesita que las dos personas den de si mismas. Sí, es cierto que un matrimonio de 10 años o de 20 años es un logro grande, pero estar juntos por 70 años es una vida entera y es una verdadera unión de almas gemelas.
Juan y Dolores Barajas son almas gemelas verdaderas y este año la pareja está celebrando 70 años de su amor. Vamos a regresar al pasado, antes de esta celebración de amor bonita, antes de sus seis hijos, antes de los restaurantes exitosos, Lolita’s Café y Old Mexico, que la pareja manejó durante sus vidas. Antes de todo esto había solo una jovencita llamada Dolores que conoció y se enamoró de un joven llamado Juan. Cada historia de amor tiene su comienzo y esta es la historia de amor de Juan y Dolores Barajas.
Juan Fidencio Barajas Cervantes nació en Donna, Texas, pero creció en México. A los finales de los años 1940 del siglo pasado, cuando el mundo se estaba recuperando después de la Segunda Guerra Mundial, la gente estaba llena de esperanza por un mañana mejor y Juan no era la excepción. Mientras trabajaba en un periódico en México, D.F. él conoció a una jovencita. Los jóvenes se enamoraron y se casaron en 1947. Poco a poco se asentaron en la rutina diaria de la vida matrimonial, los años estaban pasando y la familia estaba creciendo. Tiempo después la pareja entendió que en el norte se podía conseguir un mañana mejor y con más facilidad. Para 1958 la decisión fue tomada y pronto Juan se partió hacia los Estados Unidos. Al llegar a los Estados Unidos, él trabajó en diferentes trabajos mientras que vivía con algunos de sus familiares. Dolores y los niños estaban en México esperando que él los trajera.
Por dos largos años la pareja vivía en dos países separados, divididos por miles de kilómetros de distancia. Hoy en día la gente suele hablar sobre relaciones a distancia, pero imagínese estar lejos del amor de su vida y la única manera de comunicarse con ellos es escribirse cartas por correo. Por dos años Juan y Dolores vivieron separados, anhelando verse el uno al otro, y esperando por el día cuando ellos pudieran reunirse de nuevo.
Siendo una mujer tenaz, Dolores tomó la decisión de no seguir esperando, e irse ella y sus hijos hacia donde estaba Juan. Ella juntó sus documentos y fue a la embajada de los Estados Unidos en México. Ella iba a hacer que el mejor mañana llegara más pronto. El oficial que le ayudó le preguntó donde pensaba ella ir y al contestarle que ella iba a Moline, él le dijo que él era también de Moline, IL. Después de que la embajada aprobó sus visas para ella y sus hijos, ellos empacaron sus maletas y se fueron al norte para reunirse con su esposo y padre. Dolores no le avisó a Juan que ellos ya estaban en camino.
“Llegamos de México D.F. hasta la frontera en el tren y de allí tomamos el autobús de Greyhound desde El Paso hasta Moline. Mi mama sola con nosotros cinco de sus hijos,” Linda, la hija mayor de Juan y Dolores, comparte sus memorias.
Ahora imagínese estar sola en un país desconocido, donde todo el mundo habla un idioma que usted no entiende y hay cinco niños con usted y ellos se cansan y se frustran tanto o hasta más que un adulto. Para muchos es una pesadilla, pero Dolores no es alguien que se queje.
Mientras que iban en el autobús, Linda recuerda que, en Springfield, IL, ellos iban a cambiar de autobús, pero no llegaron a tiempo. Dolores tuvo que buscar la manera para pasar la noche. Cuando ella estaba preparándose para pasar la noche en la estación de autobús, un trabajador de la estación le dijo que ellos no podían quedarse allí. Al ver que no lo entienden, la trabajadora llamó a un convento local donde había una monja que hablaba español. Gracias a esta conversación la familia pudo quedarse en un cuarto de hotel pagado por la iglesia. La monja le dijo que el jefe de policía los iba a llevar al hotel.
Linda, la hija mayor, recuerda que el policía se presento en español y dijo que su mamá de el también era de México.
“Él era un hombre alto y atractivo. Él se parecía a la estrella del cine, John Gavin,” Linda recuerda.
La mañana siguiente el jefe de policía los llevo a desayunar antes de mandarlos en autobús hacia su parada final Moline.
“él nos dio un dólar a cada uno de nosotros, los niños,” Linda agregó.
Después de horas en el autobús Dolores y los niños al fin llegaron a los Quad Cities. Ahora imagínese después de todas esas aventuras en el camino usted por fin llega a su destino, pero no hay nadie allí para darle la bienvenida. Usted no conoce la dirección o como llegar a la casa. Dolores Barajas solo sabía que Juan trabajaba en el Hotel Le Claire y por suerte en aquel entonces la estación de autobús de Greyhound estaba al cruzar la calle del Hotel Le Claire en Moline. Juan Barajas trabajaba de botones en el viejo hotel Le Claire. Para Juan este era un día igual a otros. Él estaba trabajando mientras que pensaba en las maneras de cómo traer su familia a los Estados Unidos. Nunca en su vida él pudo haber imaginado que ese día en particular después de dos años de vivir en países diferentes, él iba por fin a encontrarse con Dolores y los niños. Juan Barajas recuerda que ese día una de sus compañeras de trabajo le preguntó si él estaba casado. Él pensó que era una pregunta rara e inesperada. Entonces él le contestó que si que el estaba casado y le preguntó porque ella quería saberlo. Y para su sorpresa le contesto que su esposa y sus hijos habían llegado al hotel preguntando por él. Él no podía creerlo, el pensaba que Dolores estaba aun en México. ¿A caso era una broma? Entonces él fue hasta la puerta trasera para ver que pasaba. Detrás de puerta estaba Dolores con sus cinco hijos. Mario, el hijo mayor, corrió hacia él gritando, “papá.” Para Juan Barajas, dos años largos viviendo en países separados terminó con la sorpresa de su vida.
Dicen que el amor pasa fronteras, en su historia Juan y Dolores cruzaron la frontera literalmente. Después de su reunión del 1961, que podía haber sido una película romántica o novela de amor, la pareja empezó a construir sus vidas en los Quad Cities. Ellos abrieron su primer negocio, Lolita’s Café, en 1965 en Moline. Este mismo año ellos tuvieron su única hija nacida en los Estados Unidos y la llamaron Dolores o Dee Dee de cariño y Juan consiguió trabajo en John Deere Harvester. En los años 70 y 80 ellos tuvieron Don Juan’s Taco House and Cantina en el centro de Moline. Mientras que Dolores manejaba el restaurante, Juan trabajó en John Deere.
“Siempre han sido tan unidos en sus logros. Si estabas junto con ellos, tenías que trabajar,” Linda describió sus padres.
Los Barajas siempre han trabajado duro y han estado rodeados de sus seres queridos. Los años pasaban, Juan y Dolores estaban disfrutando de su retiro, viajando entre México y Estados Unidos. Estaban satisfechos con la vida y el éxito que sus hijos lograron en sus vidas. Desafortunadamente, nadie puede escapar las desdichas de la vida. No hay nada peor en la vida que los padres ver sus hijos morir antes de ellos. Dolores y Juan tuvieron que sufrir esta pena doblemente. La pareja perdió su hijo Mario y su hija Marcela en un plazo de algunos años. Dolores estaba destrozada. Parte de su corazón fue arrancado y ella buscaba las maneras de calmar su dolor de la perdida de sus hijos. La cocina le ayudó a sobrellevar el dolor y la pareja salió del retiro para abrir el restaurante Lolita’s Taco House en Silvis.
“El cocinar está en mi corazón,” Dolores explicó. La cocina fue la medicina para su alma.
Ahora el retiro fue cosa del olvido. Ellos siguieron y en el 2003 ellos abrieron el restaurante Old México, mientras que su hija menor administraba Lolita’s Taco House. Cocinar fue la salvación para Dolores, para sus clientes era el placer de sus platillos deliciosos. Ellos ya no trabajan en el restaurante, la pareja apenas se retiró en diciembre del año pasado, pero ellos siguen amándose cada día un poco más.
Hace 70 años, en 1947, Juan y Dolores Barajas empezaron un camino juntos. Ellos vivieron su vida amándose y cuidando su matrimonio. A pesar de todos los problemas que tuvieron que enfrentar su amor no se apagó sino creció más fuerte. El matrimonio es un baile delicado, Juan y Dolores saben muy bien como bailar este romántico bolero. Su historia es una historia de amor duradero que cruza fronteras y sobrevive el dolor y la distancia creciendo más fuerte y bello. 70 años de matrimonio no es un aniversario cualquiera, es EL aniversario de todos los aniversarios. Felicidades a Juan y Dolores Barajas por una vida de amor.
Video y fotos por Joshua Ford de Ford Photography