Esta es una historia de triunfo. Esta es la historia de una persona que no se dio por vencida por las dificultades de la vida. Esta es la historia de Rosa Mendoza, una mujer que el ayudar a las familias de inmigrantes esta haciendo lo que ella siente que es su destino y propósito en la vida.
Rosa Mendoza nació en Florida a una familia de migrantes. Sus papas son de México. Ser migrante trabajador del campo significa viajar todo el tiempo. Siempre hay trabajo en el campo hasta para los niños. La escuela no es la prioridad numero uno para muchas familias de migrantes y los condiciones de vida no son siempre muy agradables. La familia de Rosa Mendoza no fue la excepción. En Florida su familia cosechaba naranjas y toronjas, pero durante la temporada escolar la familia vivía en Texas.
“Mi papa y sus hermanos eran contratados para hacer trabajos de temporada en diferentes estados,” Mendoza recuerda de su niñez. “Cada verano partíamos a North Dakota a cosechar los betabeles (remolachas) y después partíamos a Ohio a recoger pepinos y jitomates.”
Cuando Rosa cumplió 11 años su familia empezó a viajar a Illinois donde ellos trabajaron y vivieron en un campamento cerca de New Boston. Crecer en una familia de migrantes trabajadores de campo significa que la escuela no es una prioridad como la sobrevivencia diaria. Hubo tiempos cuando la familia de Rosa la sacaban de la escuela antes de acabar el año escolar para que ella les ayudara en los campos. Y como los trabajos de campo acaban en el mes de octubre este era el primer mes de escuela para ella.
“Crecer en la familia de migrantes me dio buenos valores pero fue difícil para nosotros porque no pudimos obtener la educación que necesitábamos,” Rosa nos explicó.
A la edad de 11 o 12 años Rosa ya estaba trabajando con sus padres en los campos. Ella y su madre se levantaban antes de todos y se acostaban cuando todos ya estaban dormidos. Esta fue una vida difícil, pero Rosa asegura que ella tiene muchos recuerdos bonitos de los tiempos cuando ella trabajaba en los campos junto a sus padres. Era entonces cuando su padre le contaba historias sobre su niñez en México y a la joven Rosa le encantaba escuchar los recuerdos de su padre.
Después de muchos años de trabajo duro y viajes por todo el país, la hermana mayor de Rosa fue la primera en instalarse en Muscatine, Iowa gracias a un programa para migrantes. En marzo de 1977 fue el año de un nuevo comienzo para la vida de Rosa. Este año ella llegó a visitar a su hermana y se quedo en Iowa.
“Yo no terminé la preparatoria y decidí a obtener mi GED del Colegio Comunitario de Muscatine,” Rosa nos platicó. En julio del mismo año Rosa se casó. Los años pasaban y Rosa tuvo cuatro hijos, entonces ella empezó a sentir que ya era hora de regresar a la escuela. Además de cuidar de su familia, ella también trabajaba de noche y asistía el Colegio Comunitario de Muscatine. Más tarde ella obtuvo un titulo técnico en Artes Liberales y Sociología. Aún para una trabajadora migrante con experiencia, asistir a la escuela y trabajar de noche era difícil. Rosa Mendoza contó que se sentía muy cansada y ya no podía seguir trabajando así. Entonces una noche ella empezó a rezar y pidió que Dios la ponga donde ella pueda servirle mejor y a finales de la misma semana su vida empezó a cambiar poco a poco. Ella recibió una oferta de trabajo en el Centro Multicultural de Centro de Acción Social de Muscatine.
“Desde el primer día supe que este era el lugar donde Dios quiere que yo le sirva,” Rosa Mendoza nos comentó. “Hubo batallas financieras, pero al mismo tiempo era gratificante.”
Por los últimos 20 años ella ha sido directora de los mismos programas y por siete años ella ha trabajado como directora del Centro Multicultural de Centro de Acción Social de Muscatine y un poco después el Centro de Diversidad de Iowa para (DSCI por sus siglas en ingles) fue creado. El centro fue establecido por Héctor Garrido, Mary Lozano, Sylvia Moreno, Elsa De La Paz y Rosa Mendoza.
DSCI maneja dos programas importantes. El primer programa es Educational Outreach (Alcance Educacional). Este programa trata asuntos de inmigración incluyendo consultas, investigaciones de casos, ayuda de llenar las formas y referencia a los abogados de inmigración. Aquí ayudan a pedir miembros de familia incluyendo ciudadanos estadounidenses, residentes permanentes legales, inmigrantes y refugiados. Además ellos ayudan la agente con el proceso de inmigración desde el principio hasta el fin.
El segundo programa que DSCI maneja es el programa para personas de la tercera edad. Este programa ayuda las personas de 60 años y mayores. Aquí les ayudan a interpretar, traducir y ayudan a las personas de la tercera edad a pedir sus beneficios a las agencias locales. DSCI aboga por personas de la tercera edad ante agencias de gobierno y locales ayudándoles a recibir los beneficios que ellos busquen, por ejemplo, retiro, seguro suplemental, reembolso de la renta y otros. DSCI también organiza cuatro actividades mensuales para personas de tercera edad para ayudarles a socializar.
“Nuestra oficina recibe de 200 a 300 llamadas o mas por mes y las familias viajan hasta tres horas para venir a nuestras oficinas buscando la ayuda de servicios de inmigración,” Rosa Mendoza nos dijo. “Nos hemos ganado la confianza y la gente nos recomienda y así es como promovemos nuestros servicios.”
Rosa también compartió que DSCI es reconocido nacionalmente por el Consejo de Apelaciones de Inmigración y tiene dos empleados que son parcialmente acreditados para asistir a la gente en las oficinas de inmigración.
La vida de Rosa Mendoza tuvo un comienzo un poco difícil. Trabajo duro en los campos desde tierna edad puede quebrar el espíritu de algunas personas pero este no fue el caso de Rosa. A pesar de trabajar desde la salida del sol hasta el anochecer ella no se rindió, pero hizo su vida un triunfo y en el proceso encontró su propósito para vivir y trabajar.
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